domingo, 27 de julio de 2008

Abusadores y víctimas


Interesante análisis publicado en El Clarín sobre los perros bastardos pedófilos...


ABUSADORES Y VICTIMAS

Perfil de los depravados

Profesionales e investigadores de casos de pedofilia trazaron la siguiente radiografía de los delincuentes que son buscados por estos delitos:
Superan los 16 años, le llevan por lo menos cinco a sus presas.

Se inclinan sexualmente por chicos dentro de una franja de edad determinada. Prefieren chicos que aún no han perdido sus rasgos infantiles.
Se encontraron casos en que los abusadores tienen doble personalidad: son excelentes padres de familia, buenos compañeros de trabajo, serviciales, y tienen buena nota de concepto entre sus pares, son prácticamente intachables, un aspecto que está en las antípodas de una conducta sexual abusiva.
Son astutos y hacen una tarea de inteligencia previa a su cacería. No se arriesgan con chicos despiertos, buscan más bien a los indefensos. Encuentran esas vulnerabilidades en charlas sobre los padres y la familia que no los contiene en sus necesidades.
Cada vez es más frecuente que apelen a contactos por Internet, vía mail, chat, hasta que logran una cita mano a mano.
Hacen "un trabajo fino, casi un lavado de cerebro" de los chicos. Los tientan con regalos, les prestan atención a todos sus pedidos, los hacen sentir 'especiales', hasta que les piden cosas a cambio, manipulación mediante.
Convencen a sus víctimas de mantener un pacto de silencio sobre lo sucedido. Los asustan, los amenazan.
Tratan de inculcarle a las víctimas que el sexo es natural, evitando explicaciones sobre el consentimiento que se debe dar para que una relación no sea considerada un abuso.
Manifiestan tener carencias afectivas. "Encontramos algunos chicos que se muestran como desvalidos emocionales", dijeron los investigadores.
Sienten que los adultos de su entorno no los escuchan lo suficiente. Y por eso se abren al diálogo con desconocidos.
Carecen de actitud y carácter para decir que no ante propuestas deshonestas.
No han desarrollado mecanismos de protección ni astucias que eviten la posibilidad de ser engañados.
Nadie los educó para desconfiar incluso de adultos que ocupan lugares de referencia social y respeto. En ese sentido, los expertos que analizan fenómenos como éste recuerdan lo que ha sucedido con profesores o sacerdotes.

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