jueves, 29 de julio de 2010

"Noroña: uno de los que debemos prescindir"...


También la izquierda moderna sabe escupir las vísceras...

Noroña: uno de los que debemos prescindir

Natalia Colmenares (@natcolmenares)

29 de julio, 2010 - 07:59 | 127 comentarios


Envía14
Después del mitin de Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo de la Ciudad de México, el señor Federico Arreola escribió en SDPNoticias.com acerca del lastre del ultraizquierdismo que El Peje debe tirar para ser exitoso en su carrera por la Presidencia de la República en 2012.

Aunque sé que las habrá, quiero informar que no es mi intención entrar en discusiones aparentemente teóricas sin ningún sentido. No discutiré aquí qué es el ultraizquierdismo, solo diré que es lo mismo que el ultraderechismo pero con el signo opuesto: una actitud ante los rivales poco racional, con arranques violentos, fanática o dogmática, basada en ofensas y calumnias.

Molesta ver en los comentarios a las columnas publicadas en SDPNoticias.com tantos insultos lanzados por los eternos dos bandos en pugna: la derecha y la izquierda mexicanas.

La actitud intolerante de la derecha extrema no sorprende. Es su esencia. Históricamente siempre ha respondido con odio a los cuestionamientos que le hacen sus adversarios. Pero en la izquierda eso no debería existir, ya que se supone esta tendencia política tiene en la tolerancia y en la discusión objetiva a uno de sus pilares.

En otra columna dije que ningún bien le hace a AMLO que los oradores en sus mítines desalifiquen, sin razones, a empresarios como Lorenzo Servitje, de Bimbo, o que se burlen de la iglesia católica. Pero esto finalmente no es tan grave y no afecta de más al tabasqueño, quien siempre podrá decir que tales excesos son cosa de personas menores en su movimiento: oradores cuya única misión es entretener a la masa antes y después de que el líder pronuncie sus discursos.

Pero si la intolerancia y las actitudes violentas provienen de personajes de primera línea en el movimiento de AMLO la cosa es distinta: perjudican y mucho a una corriente política que es vista por millones de mexicanos como la única esperanza de un cambio verdadero.

Para no dar más vueltas diré que, como se expresa en el título de esta columna, hablo de las actitudes francamente lamentables del diputado federal por el Partido del Trabajo (PT) Gerardo Fernández Noroña.

El señor Fernández Noroña, tristemente célebre por sus pataletas en las calles y aún en los recintos legislativos (nunca estaré de acuerdo con los gritos y sombrerazos como forma de protesta), en Twitter a diario se exhibe como el más primitivo de los políticos mexicanos.

En estos días, en la red social, al debatir con sus rivales, utilizó como es su costumbre, expresiones más que subidas de tono para atacar, lo que en sí mismo ya es bastante malo. Pero llegó al extremo de ofender a los niños con discapacidades para intentar burlarse de sus adversarios. Como simple persona que soy, no puedo aceptar la patanería de ese legislador que vive de los impuestos pagados por todos los mexicanos.

Más allá de que Gerardo Fernández Noroña merecería una sanción legal por caer en conductas que pueden tipificarse como discriminatorias de seres humanos que han nacido con desventajas físicas, lo cierto es que ese diputado del PT no suma a la causa de Andrés Manuel, sino resta; no es un activo, sino un pasivo; no es un motor utilizable por un movimiento que necesita de toda su energía para despegar, sino un lastre que impide que López Obrador y su gente alcancen la altura que merecen.

No voy a polemizar con el señor Fernández Noroña. Ni me dedico al debate político ni me voy a exponer a soportar majaderías de parte de diputado del PT que, está visto, es capaz de cualquier expresión soez. Me limito a decir que considero lamentable que un movimiento como el de AMLO tenga, a veces, más enemigos internos que externos.


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