martes, 24 de agosto de 2010

Libros Leídos L: Relatos de mi Barrio


Nunca lo he negado. Mi periodo de infancia-estupidez fue muy largo. De 1982 a 1996. Durante ese largo periodo, 14 años. A partir de 1996 reinició mi vida. Y no es que la etapa anterior haya sido infructífera. Para nada. Aprendí a vivir, reir, convivir, soñar, imaginar, emprender.

Pero a raíz del 96, profundicé, conocí, amé.

Entre este conocimiento vino la sapiencia de Miguel, que aunque abogadillo chafa de la Salle, tiene mucho conocimiento musical y social que ya quisieran muchos dizque filarmónicos & politólogos.

Miguel me presentó al Tri, y a Chava Flores allá del primer cuatrimestre, finales del 98, principios del 99. Y vaya si quedé prendado.

Era una edición especial de Reader's Digest, con 5 discos, que contenían interpretaciones del mismo Chava Flores, Rubén Schwartzman, Ángel Cervantes, Fernando Rosas, el Grupo La Miel, la sirena Tehua, y hasta Rosita Quintana.


De inmediato me di a la tarea de comprar cuanto CD existiera de Chava Flores, así como de sus intérpretes. No tardé en comprar los de Mi Pueblo, Barrio, En Vivo, En Concierto... así como el de Tehua, los dos de Rubén Schwartzman y los otros dos de Ángel Cervantes; uno de Óscar Chávez que salió más recientemente, y otros CDs donde salía una o dos rolas del maese, de Tintán, Amparo Ochoa, Pedro Infante, el Pirulí...

Esto, hace unos diez años, antes de la suntuosa era del mp3.

En la librería de Cristal, donde hice buena parte de mi espléndida biblioteca, en la sección de humor, cerca de los libros de Rius, Jis & Trino, Chespirito y demás, estaba un libro titulado Relatos de mi Barrio... de Chava Flores!!!

No dudé en comprarlo y leerlo a la brevedad. ¿El resultado? Un mayor entendimiento de su vasta obra musical. Una delicia para el alma. Una infinita tristeza porque ya no pude conocer al maestro, quien muriera de cáncer en el 87.

Su libro-memorias, resultó exquisito, y nos muestra la parte humana, demasiado humana, del niño Chavita, sus andanzas por medio Distrito Federal, en los barrios, en la escuela, en el trabajo.

Nos habla de sus familia, sus trabajos antes de ser famoso, del mismo proceso de volverse cantautor, de los múltiples vecindarios donde tuvo que vivir, de los hermanos Osofronio, de Manuela, del famosísima Bartolo...

En lo personal hubo dos eventos de su vida, tajantemente determinantes, que me cimbraron duro, que no se me van de la mente, aunque ya es una década, al menos, de que supe de ellas en el libro:

  1. Monina, la niñita de la cual Chava estaba enamorado. Niñita a la cual dejó de ver, de la cual tuvo que separarse por cosas de la perra vida, a la cual volvería a ver 12 años después, ya adultos ambos, en el viejo oficio del cultivo meretriz.
  2. Pichicuás, su encarnizado rival en las canicas, que murió de una forma muy sangrienta y traumatizante para el pequeño Chava.
Dos eventos que, definitivamente, marcaron el rumbo de su vida, y que dejaron profundo impacto en lo que tenga por alma un ateo como yo.

Independientemente de si has o no escuchado su música, por terceros o de su viva voz, este genial libro os hará pasar un rato agradabilísimo, reirás y reflexionarás fuertemente.

Si no lo has escuchado, seguramente servirá para motivarte. Si ya tuviste el privilegio, te reconfirmará que Chava Flores es un coloso de la música mexicana, muy desestimado en provincia, quizá porque su obra es centralista, quizá por que la ignorancia es temeraria...


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