jueves, 26 de agosto de 2010

Libros Leídos LII: El Hermano Sandino


¿Quién fue ese tal por cual Sandino, ese bandolero de las montañas que derrotó al triunfador de la primera guerra mundial? ¿Ese bárbaro peor que Pancho Villa y Zapata juntos? ¿Quién fue ese hijo natural, a ratos mecánico, a ratos viandante, tan interesado en la vida material de una nación explotada por el imperialismo yanqui, como por esa llamarada interna que nos dice que hay algo más que lo que perciben los sentidos?

Que curioso que tres de los más grandes revolucionarios latinoamericanos hayan estado en México durante su etapa embrionaria: Fidel Castro de Cuba, Ernesto Guevara de Argentina, y Sandino, de la bella Nicaragua. ¿Hasta que punto los gobiernos mexicanos fueron semilleros de las revoluciones latinoamericanas? Primero Calles, luego Cárdenas...

Sandino, soñador, espiritista y revolucionario, fue el primer gran héroe latino contra el intervencionismo de los machos yanquis, apoyado en la máxima de Bolívar: unos chingamos, desapartados nos chingan. Aritmética básica de la supervivencia social y cultural en el sur del Río Bravo.

Sandino, Sandino, ícono de la rebeldía ante el poderío gringo, ícono que vino a demostrar que no eran invencibles esos cabrones que venían a apoderarse de todos los recursos naturales de nuestras tierras. Esa efigie del pundonor latinoamericano que aún muerto resultaba peligroso, por lo que su cuerpo fue extraído en secreto, y sus restos quemados, sus cenizas arrojadas al lago de Managua. Ese insurrecto cuyos ideales fueron recogidos décadas después para la liberación definitiva de Nicaragua. Todo eso fue Sandino., traiconado por el gran hijoeputa de Anastacio Somoza, dictador vitalicio de Nicaragua quien en 1978 saldría huyendo con todo lo que pudo llevarse, dejando un país convulso, cuyas cicatrices aún no cierran del todo varios decenios después. Anastacio Somoza, de quien los gringos decían que, en efecto, era un hijo de puta. Pero era SU hijo de puta.

La lucha sigue, y figuras inmortales como la de Sandino no deben caer en el olvido. A 76 años de su asesinato, su pensaminto libertador, y sus métodos poco ortodoxos y hasta sangrientos, no pierden actualidad. Son más indispensables que nunca...

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