martes, 14 de septiembre de 2010

Bicentenario de México: un festejo polémico


Así ven en el mundo a ese pedazo de tierra troglodita llamada por sus habitantes "México"...

Bicentenario de México: un festejo polémico

Julián Miglierini
Julián Miglierini
BBC Mundo, México

Muchos en México esperaban que el bicentenario de la independencia de México, que se celebra esta semana, sería una ocasión para que el país se mire al espejo y reflexione sobre lo que es y lo que quiere ser.
Sin embargo, la celebración —en un contexto de dificultades económicas, y en plena lucha contra el narcotráfico que está sacudiendo al país— ha sido blanco de acusaciones de malgasto de dinero y falta de planificación.
El blanco principal de las críticas ha sido el desfile que, este miércoles, recorrerá el Paseo de la Reforma y llegará hasta el Zócalo de la capital, donde poco antes de la medianoche el Presidente Felipe Calderón emitirá el tradicional "grito de la Independencia" y dará paso a un espectáculos de luces y fuegos artificiales que darán la bienvenida al día de la Independencia, el 16 de septiembre.
"Esta celebración es muy importante porque puede contribuir a hablar sobre la identidad de México y puede ser muy útil para iniciar un recorrido de orgullo y unificación nacional", dice Marco Balich, uno de los productores extranjeros contratados por el gobierno de México para organizar el desfiles y los festejos en la capital.
La factura de la fiesta asciende a más de US$45 millones, por un evento que durará unas ocho horas y que será retransmitido a todo el país.
Las críticas no sólo apuntan al desfile, sino también a los otros cientos de proyectos, obras públicas y eventos organizados para festejar el bicentenario, con un costo total de unos US$230 millones.
Según una encuesta publicada este lunes por el periódico Reforma, ocho de cada diez ciudadanos de la capital mexicana opinan que el gasto en los festejos es demasiado alto.

Retraso

Muchos mencionan el caso de la "Estela de Luz" como el ejemplo de mal manejo de las celebraciones.
El monumento —una torre de más de 100 metros de altura que está siendo construida frente al Bosques de Chapultepec, en la capital— sería el principal legado de los festejos del bicentenario para futuras generaciones.
Sin embargo, la obra no estará lista hasta fines de 2011 —es decir, después del próximo aniversario de la independencia— y su presupuesto casi se duplicó, hasta llegar a los más de US$50 millones.
El gobierno asegura que el retraso y el creciente costo se debe a un estudio de riesgo sobre la construcción hecho en Canadá, que descubrió que la estructura tiene que ser más firme de lo calculado para poder soportar el flujo de vientos y cualquier actividad sísmica.
"Podríamos haber construido algo a toda velocidad que en 10, 15 o 20 años pudiera estar en riesgo, y tomamos la decisión responsable de construir una pieza que pueda estar segura en los próximo 50, 100 o 200 años", le asegura a BBC Mundo Alonso Lujambio, secretario de Educación y responsable de los festejos.
La obra en el Distrito Federal no es la única que ha generado controversia.
"La Victoria Alada", una escultura de bronce diseñada por Ricardo Motilla Moreno y erguida en el estado de Guanajuato para conmemorar la histórica fecha, "es un monumento al despilfarro", dijo recientemente la escritora Elena Poniatowska.
"Su presupuesto alcanzaría para edificar las casas que la sociedad agradecería mucho más que una estatua copiada de la Victoria de Samotracia", sentenció Poniatowska.

Canción

La polémica, además, tocó también el que debería ser uno de los aspectos más festivos del bicentenario.
La canción oficial "El Futuro es milenario", compuesta por Jaime López e interpretada por el cantante Aleks Syntek, fue recibida con un aluvión de críticas.
Su mezcla de pop comercial con géneros puramente mexicanos —como el mariachi y sonidos prehispánicos— no agradó a muchos en México.
Syntek decidió suspender temporalmente su cuenta en Twitter debido a los comentarios negativos sobre la canción y el gobierno se vio obligado a aclarar que la canción no era, como se pensaba, el "himno" del bicentenario, sino sólo un elemento musical para agregar a los festejos.
En plena euforia nacionalista —donde las banderas mexicanas se hacen cada vez más presentes en cada esquina del país—, muchos creen que el gobierno está aprovechando los festejos para distraer a los ciudadanos de los problemas del país.
Pero también, la misma polémica sobre los festejos está haciendo públicas las preguntas que muchos mexicanos se hacen en estas épocas históricas, como la que se hacía el escritor Enrique Serna en la revista Nexos.
"Si nos quisiéramos tanto, como se quieren los franceses o los ingleses, ¿necesitaríamos gastarnos dos mil millones de pesos para proclamarlo ante el mundo?"

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