La Iglesia según Samuel Ruiz
Arturo Rodríguez García
MÉXICO, D.F. 28 de enero (apro).- Para el obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas Chiapas, Samuel Ruiz García, la fe trasciende a los jerarcas de la Iglesia, con todo y los privilegios que les dispense el poder político, sus conductas serviles y conservadurismos. Con todo, mantenía la esperanza en que, hasta un Papa como Benedicto XVI, podía aprender.
- ¿Se puede subsistir bajo un Papa como Ratzinger? –se le preguntó.
- Cuando la acción pastoral y el pensamiento no son individuales sino relacionados con el Concilio (Vaticano Segundo) y los documentos (episcopales de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida) que emanaron de él, es un movimiento de Iglesia y no es personal. Trasciende las situaciones y personalidades concretas -respondió.
La entrevista se efectuó en Monterrey, el 27 de septiembre de 2007, cuando el obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas Chiapas, estaba en la ciudad para participar en el Parlamento Mundial de las Religiones, que formaba parte del Fórum Universal de las Culturas.
La entrevista tenía por objetivo abundar sobre la vida y la obra del extinto obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, un texto que apareció en el número 1617 de la revista Proceso. Pero el ritmo de sus respuestas condujeron la charla a la visión pastoral y los conceptos que guiaban a Ruiz García, por lo que su registro se mantuvo aparte.
Tolerancia y fe
Las palabras por Méndez Arceo brotaron sin apasionamiento. Considerado el precursor de “la opción preferencial por los pobres” en México, el desaparecido obispo de Cuernavaca, había influenciado a toda una generación de sacerdotes que, para ese 2007, instalados ya en su madurez, daban continuidad a la llamada “teología de la liberación”, en obispos como los eméritos de San Cristóbal, Samuel Ruiz y, de Oaxaca, Arturo Lona, así como el obispo de Saltillo, Raúl Vera López.
La “teología de la liberación”, corriente progresista de orientación marxista, fue convertida por sus detractores en despectivo cliché, particularmente en el norte del país, donde se produjeron abundantes materiales para advertir que “era una amenaza para la estabilidad social y laboral”.
Samuel Ruiz, se hacía presente en Monterrey, una ciudad conservadora, donde las últimas noticias de Iglesia destacaban que, a partir del arribo del cardenal Francisco Robles Ortega -alumno de cardenal Juan Sandoval Iñiguez desde el Seminario de Guadalajara-, se desarticuló la Pastoral Social y se marginó a los sacerdotes que convergían con la “teología de la liberación”.
Samuel Ruiz García, evitaba sistemáticamente el cliché.
- ¿Por qué parece molestarle que lo califiquen como teólogo de la liberación? –se le inquirió.
- Los teólogos hacen teología, yo me he dedicado a servir a Cristo –atajó.
“Yo he tomado la opción por los pobres y el trabajo en contra de la pobreza, que consiste en ubicarse históricamente en un análisis, no sólo en el método de ver, actuar y juzgar, sino de estar ubicado en el centro de la situación concreta”.
“No tenemos la verdad absoluta”
En el lobby del Hollyday Inn del Centro de Convenciones Cintermex, hotel sede los participantes, Samuel Ruiz destacaba por su discreción. Vestido con un traje gris, cuya camisa blanca lucía sin corbata ni alzacuello, el obispo se abría paso tímidamente en medio de kipás, bompos, turbantes, gorros frigios y túnicas multicolores, de relucientes ornamentos, que portaban hombres de forzada calvicie o de luengas barbas.
Sobre esa pluralidad, expuso en la entrevista:
“Necesitamos aprender la convivencia con otras creencias y salir de la tendencia exclusivista en que vivíamos, porque la fe tiene que tener en su manifestación el respeto a otras creencias, y entender que otras creencias son complementarias de otras, que no tenemos la verdad absoluta sino que tenemos una complementariedad.
“Se trata de respeto: se escucha y se hace saber que hay una parte que yo tengo, que debo atender de la posición de otra persona y que lo que ella tiene, es algo que me falta a mi”, dijo.
- Dada la cantidad de personas excluidas –se le comenta- por posturas religiosas ¿Tendría esa tolerancia, por ejemplo, con las uniones entre personas de un mismo sexo? O con el aborto?
- Los principios morales no se mueven por estadísticas. Y la defensa a la vida debe ser permanente. No porque haya tal o cual tendencia a la eliminación de la vida, podemos decir que la Iglesia tiene que estar a favor de eso -respondió.
Contra el sistema
Los escándalos de corrupción clerical daban vuelta al mundo, con pederastas expuestos por miles de denuncias y una jerarquía, en el caso de México, peculiarmente cercana al poder público de gobernantes de confesión y prácticas católicos con tendencias dictatoriales, como un cóctel venenoso para la fe, Samuel Ruiz -llamado Jtatik, El Padre, en las comunidades indígenas de Chiapas- mantenía la esperanza.
“Se puede mirar sólo lo negativo y decir todo está mal, pero teniendo una mirada tranquila se puede ver cómo hay movimientos que eclipsan esa maldad. Yo tengo una mirada esperanzadora sobre esto. Particularmente, la solidaridad es una cosa bastante evidente y creciente en todos los niveles”.
Según Samuel Ruiz, la solidaridad vinculaba cada vez a más personas y, si en el pasado no quedaba mas que lamentar lo que le ocurría a otros, en el presente es imposible que ocurra algo sin que obtenga de inmediato el apoyo solidario en distintos ámbitos.
Agregó:
“Hay una perspectiva de una gran cantidad de gente en el mundo, que tiene muy claro que se necesita un cambio de sistema. Lo han dicho con toda claridad, este sistema llegó a su límite y se necesita que se construya otro. Ya hay acciones y entidades que se mueven en ese sentido, como el comercio justo y la aglutinación de movimientos que inciden silenciosa, pero eficazmente, en una transformación de la sociedad”.
Gobiernos católicos
Para Samuel Ruiz, la postura que guarden los gobernantes independientemente de su confesión, es un accidente histórico. La acción de la Iglesia, según él, se funda una postura que va más allá de la política que quienes se presumen católicos, como Vicente Fox o Felipe Calderón, puedan tener.
“La postura de la Iglesia es previa e independiente a esos gobernantes. La opción por los pobres trasciende porque es la única vía en la construcción del Reino (de Dios) y en esa visión no caben los potentados”.
Su insistencia es a lo largo de toda la entrevista: la posición de la Iglesia no puede sustraerse del Concilio Vaticano II y sus documentos, donde se reitera siempre que la preocupación es el trabajo social.
Entonces aludió a la jerarquía:
“La esperanza no debe estar en que la Iglesia sea favorecida o no por los gobiernos. Los gobiernos son eventualidad histórica y pueden ayudar o entorpecer el trabajo pastoral”.
- Esa proximidad con los poderes terrenales ¿podría repetir condiciones como en las que la Iglesia estuvo del lado de las dictaduras?
- No sería la posición adecuada, ni hay una tendencia hacia allá. Que la iglesia tenga que estar bien en el sentido de colaborar hacia el bien común, evidentemente sí. Puede haber un riesgo de esa naturaleza, que haya una postura servil, pero creo que la posición oficial después del Concilio y los documentos emanados de éste, van en otra línea.
La mirada esperanzadora de Samuel Ruiz, contrastaba con la conducta de obispos y sacerdotes católicos que preferían omitir pronunciamientos respecto a conflictos sociales o injusticias, respecto a un reciente 2006, plagado de convulsiones sociales desde el estallido de la mina Pasta de Conchos en Coahuila, la represión obrera en Lázaro Cárdenas Michoacán, la elección presidencial y el movimiento de San Salvador Atenco.
“Lo que puedo percibir a nivel de pronunciamientos oficiales de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y en especial de la Pastoral Social, es que hay una posición que no se da generalizada, pero que si aborda una temática en donde se juega la transformación de la historia.
“Hay posiciones bastante claras y pronunciamientos que ha habido, en momentos específicamente difíciles, donde hay prelados que se han manifestado y tienen el respaldo discreto, pero no negado, de otros hermanos obispos”.
- ¿Hay miedo en la Iglesia a su jerarquía?
- La identidad de una persona, como la idea de una institución, tiene un sustrato que no cambia. Si no, no podría cumplir su misión. El cambio tiene que estar en relación con un sustrato permanente, que es el evangelio, y la respuesta (de los hombres de Iglesia) puede ser variable pero desde el punto de vista evangélico en la construcción del Reino de Dios.
Con un Sumo Pontífice recién estrenado, proveniente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que desde los años 70 persiguió a los sacerdotes progresistas, se le inquierió:
- ¿Ratzinger y quienes se identifican con su línea pastoral inhiben los movimientos de la Iglesia de los Pobres?
- Todo individuo tiene un proceso de adaptación y un Papa también tiene que ir aprendiendo su tarea. Ha habido momentos históricos en este pontificado donde un pronunciamieto se percibe posteriormente como algo que tiene que relativizarse y eso es señal de que hay un aprendizaje en marcha.
“Si hay una falla sabemos que por eso Jesús dijo yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo. Por lo tanto, la presencia de la Iglesia, no depende de la falibilidad, de la relatividad o de la limitación de una persona, pues ahí estará fuertemente la presencia del Señor a lo largo de la historia”.
Y concluye:
“Sea cual sea, la posición oficial (de la Iglesia) no puede quitar ni hacer a un lado el sustrato permanente, lo vimos en (la Conferencia del Episcopado Latinoamericano de) Aparecida: lo que es
fundamental para Dios y la Iglesia es la opción por los pobres y el trabajo en contra de la pobreza”.
- ¿Se puede subsistir bajo un Papa como Ratzinger? –se le preguntó.
- Cuando la acción pastoral y el pensamiento no son individuales sino relacionados con el Concilio (Vaticano Segundo) y los documentos (episcopales de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida) que emanaron de él, es un movimiento de Iglesia y no es personal. Trasciende las situaciones y personalidades concretas -respondió.
La entrevista se efectuó en Monterrey, el 27 de septiembre de 2007, cuando el obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas Chiapas, estaba en la ciudad para participar en el Parlamento Mundial de las Religiones, que formaba parte del Fórum Universal de las Culturas.
La entrevista tenía por objetivo abundar sobre la vida y la obra del extinto obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, un texto que apareció en el número 1617 de la revista Proceso. Pero el ritmo de sus respuestas condujeron la charla a la visión pastoral y los conceptos que guiaban a Ruiz García, por lo que su registro se mantuvo aparte.
Tolerancia y fe
Las palabras por Méndez Arceo brotaron sin apasionamiento. Considerado el precursor de “la opción preferencial por los pobres” en México, el desaparecido obispo de Cuernavaca, había influenciado a toda una generación de sacerdotes que, para ese 2007, instalados ya en su madurez, daban continuidad a la llamada “teología de la liberación”, en obispos como los eméritos de San Cristóbal, Samuel Ruiz y, de Oaxaca, Arturo Lona, así como el obispo de Saltillo, Raúl Vera López.
La “teología de la liberación”, corriente progresista de orientación marxista, fue convertida por sus detractores en despectivo cliché, particularmente en el norte del país, donde se produjeron abundantes materiales para advertir que “era una amenaza para la estabilidad social y laboral”.
Samuel Ruiz, se hacía presente en Monterrey, una ciudad conservadora, donde las últimas noticias de Iglesia destacaban que, a partir del arribo del cardenal Francisco Robles Ortega -alumno de cardenal Juan Sandoval Iñiguez desde el Seminario de Guadalajara-, se desarticuló la Pastoral Social y se marginó a los sacerdotes que convergían con la “teología de la liberación”.
Samuel Ruiz García, evitaba sistemáticamente el cliché.
- ¿Por qué parece molestarle que lo califiquen como teólogo de la liberación? –se le inquirió.
- Los teólogos hacen teología, yo me he dedicado a servir a Cristo –atajó.
“Yo he tomado la opción por los pobres y el trabajo en contra de la pobreza, que consiste en ubicarse históricamente en un análisis, no sólo en el método de ver, actuar y juzgar, sino de estar ubicado en el centro de la situación concreta”.
“No tenemos la verdad absoluta”
En el lobby del Hollyday Inn del Centro de Convenciones Cintermex, hotel sede los participantes, Samuel Ruiz destacaba por su discreción. Vestido con un traje gris, cuya camisa blanca lucía sin corbata ni alzacuello, el obispo se abría paso tímidamente en medio de kipás, bompos, turbantes, gorros frigios y túnicas multicolores, de relucientes ornamentos, que portaban hombres de forzada calvicie o de luengas barbas.
Sobre esa pluralidad, expuso en la entrevista:
“Necesitamos aprender la convivencia con otras creencias y salir de la tendencia exclusivista en que vivíamos, porque la fe tiene que tener en su manifestación el respeto a otras creencias, y entender que otras creencias son complementarias de otras, que no tenemos la verdad absoluta sino que tenemos una complementariedad.
“Se trata de respeto: se escucha y se hace saber que hay una parte que yo tengo, que debo atender de la posición de otra persona y que lo que ella tiene, es algo que me falta a mi”, dijo.
- Dada la cantidad de personas excluidas –se le comenta- por posturas religiosas ¿Tendría esa tolerancia, por ejemplo, con las uniones entre personas de un mismo sexo? O con el aborto?
- Los principios morales no se mueven por estadísticas. Y la defensa a la vida debe ser permanente. No porque haya tal o cual tendencia a la eliminación de la vida, podemos decir que la Iglesia tiene que estar a favor de eso -respondió.
Contra el sistema
Los escándalos de corrupción clerical daban vuelta al mundo, con pederastas expuestos por miles de denuncias y una jerarquía, en el caso de México, peculiarmente cercana al poder público de gobernantes de confesión y prácticas católicos con tendencias dictatoriales, como un cóctel venenoso para la fe, Samuel Ruiz -llamado Jtatik, El Padre, en las comunidades indígenas de Chiapas- mantenía la esperanza.
“Se puede mirar sólo lo negativo y decir todo está mal, pero teniendo una mirada tranquila se puede ver cómo hay movimientos que eclipsan esa maldad. Yo tengo una mirada esperanzadora sobre esto. Particularmente, la solidaridad es una cosa bastante evidente y creciente en todos los niveles”.
Según Samuel Ruiz, la solidaridad vinculaba cada vez a más personas y, si en el pasado no quedaba mas que lamentar lo que le ocurría a otros, en el presente es imposible que ocurra algo sin que obtenga de inmediato el apoyo solidario en distintos ámbitos.
Agregó:
“Hay una perspectiva de una gran cantidad de gente en el mundo, que tiene muy claro que se necesita un cambio de sistema. Lo han dicho con toda claridad, este sistema llegó a su límite y se necesita que se construya otro. Ya hay acciones y entidades que se mueven en ese sentido, como el comercio justo y la aglutinación de movimientos que inciden silenciosa, pero eficazmente, en una transformación de la sociedad”.
Gobiernos católicos
Para Samuel Ruiz, la postura que guarden los gobernantes independientemente de su confesión, es un accidente histórico. La acción de la Iglesia, según él, se funda una postura que va más allá de la política que quienes se presumen católicos, como Vicente Fox o Felipe Calderón, puedan tener.
“La postura de la Iglesia es previa e independiente a esos gobernantes. La opción por los pobres trasciende porque es la única vía en la construcción del Reino (de Dios) y en esa visión no caben los potentados”.
Su insistencia es a lo largo de toda la entrevista: la posición de la Iglesia no puede sustraerse del Concilio Vaticano II y sus documentos, donde se reitera siempre que la preocupación es el trabajo social.
Entonces aludió a la jerarquía:
“La esperanza no debe estar en que la Iglesia sea favorecida o no por los gobiernos. Los gobiernos son eventualidad histórica y pueden ayudar o entorpecer el trabajo pastoral”.
- Esa proximidad con los poderes terrenales ¿podría repetir condiciones como en las que la Iglesia estuvo del lado de las dictaduras?
- No sería la posición adecuada, ni hay una tendencia hacia allá. Que la iglesia tenga que estar bien en el sentido de colaborar hacia el bien común, evidentemente sí. Puede haber un riesgo de esa naturaleza, que haya una postura servil, pero creo que la posición oficial después del Concilio y los documentos emanados de éste, van en otra línea.
La mirada esperanzadora de Samuel Ruiz, contrastaba con la conducta de obispos y sacerdotes católicos que preferían omitir pronunciamientos respecto a conflictos sociales o injusticias, respecto a un reciente 2006, plagado de convulsiones sociales desde el estallido de la mina Pasta de Conchos en Coahuila, la represión obrera en Lázaro Cárdenas Michoacán, la elección presidencial y el movimiento de San Salvador Atenco.
“Lo que puedo percibir a nivel de pronunciamientos oficiales de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y en especial de la Pastoral Social, es que hay una posición que no se da generalizada, pero que si aborda una temática en donde se juega la transformación de la historia.
“Hay posiciones bastante claras y pronunciamientos que ha habido, en momentos específicamente difíciles, donde hay prelados que se han manifestado y tienen el respaldo discreto, pero no negado, de otros hermanos obispos”.
- ¿Hay miedo en la Iglesia a su jerarquía?
- La identidad de una persona, como la idea de una institución, tiene un sustrato que no cambia. Si no, no podría cumplir su misión. El cambio tiene que estar en relación con un sustrato permanente, que es el evangelio, y la respuesta (de los hombres de Iglesia) puede ser variable pero desde el punto de vista evangélico en la construcción del Reino de Dios.
Con un Sumo Pontífice recién estrenado, proveniente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que desde los años 70 persiguió a los sacerdotes progresistas, se le inquierió:
- ¿Ratzinger y quienes se identifican con su línea pastoral inhiben los movimientos de la Iglesia de los Pobres?
- Todo individuo tiene un proceso de adaptación y un Papa también tiene que ir aprendiendo su tarea. Ha habido momentos históricos en este pontificado donde un pronunciamieto se percibe posteriormente como algo que tiene que relativizarse y eso es señal de que hay un aprendizaje en marcha.
“Si hay una falla sabemos que por eso Jesús dijo yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo. Por lo tanto, la presencia de la Iglesia, no depende de la falibilidad, de la relatividad o de la limitación de una persona, pues ahí estará fuertemente la presencia del Señor a lo largo de la historia”.
Y concluye:
“Sea cual sea, la posición oficial (de la Iglesia) no puede quitar ni hacer a un lado el sustrato permanente, lo vimos en (la Conferencia del Episcopado Latinoamericano de) Aparecida: lo que es
fundamental para Dios y la Iglesia es la opción por los pobres y el trabajo en contra de la pobreza”.
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