domingo, 6 de febrero de 2011

La crisis de seis días por alarma nuclear en México



La crisis de seis días por alarma nuclear en México

Entre el 24 y 29 de octubre de 2009, los gobiernos de Estados Unidos y México temieron que un artefacto potencialmente letal hubiese ingresado al país de contrabando, según reveló un cable de WikiLeaks.


Víctor Hugo Michel / @vhmichel
- Consulta aquí el cable completo
- Revisa esta liga para ver todos los cables que WikiLeaks ha publicado sobre México

México.- La alarma del fin del mundo sonó hasta bien entrado el día, cuando un científico del Departamento de Energía de Estados Unidos, asignado a la embajada en México, se dispuso a revisar la pila de datos recopilados por un sensor de material radiactivo instalado en el puerto de Manzanillo, en Colima.

Caía la noche del 24 de octubre de 2009 y en el búnker diplomático estadunidense se prendieron los focos rojos. Los registros del portal arrojaban un resultado aterrador: un contenedor proveniente de China, originado en una planta de Samsung, había disparado los sensores debido a rastros elevados de radiación de neutrones, altamente peligrosa para los seres humanos y capaz de matar a un ser vivo en cuestión de horas.

En concentraciones como las detectadas, muy por encima de las que emiten equipos médicos, esos niveles de radiación pueden ser encontrados en dos fuentes: armas nucleares o reactores.

“Un portal de control en Manzanillo alerta a la presencia de radiación de neutrones”, informó la embajada de Estados Unidos en México, según un cable enviado por la representación diplomática y que forma parte de las filtraciones de WikiLeaks.

El cable 00378, dado a conocer esta semana, resume seis días de una operación desesperada por parte del gobierno de EU para encontrar el contenedor y neutralizar el riesgo de un cargamento radiactivo perdido en alguna parte del territorio mexicano.

Detalla, además, cómo la crisis escaló hasta activar las alertas nucleares de Washington, con un puñado de agencias de seguridad nacional involucradas directamente en desentrañar el misterio del embarque chino y responder a varias interrogantes: ¿había llegado a México un artefacto nuclear? ¿Estaba dirigido a EU? ¿Cuántas personas corrían peligro?

Y más importante: ¿qué hacer?

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Enero de 2009. La OTAN revive un viejo temor de Washington: informa al gobierno de EU que tiene “reportes confiables” de que Al-Qaeda busca crear una “bomba sucia” —explosivos atados a material radioactivo como uranio—, con la capacidad de diseminar radiación en una ciudad.

Para evitar ese escenario, EU ha financiado la instalación de un centenar de portales de detección radiactiva en los puertos comerciales más importantes del mundo, como Singapur, Rotterdam, Liverpool y, más cerca, Veracruz y Lázaro Cárdenas.

Y también, en Manzanillo. Donde el 24 de octubre de 2009 se prendió por vez primera la alerta de material nuclear que Estados Unidos ha temido desde los ataques del 11 de septiembre de 2001. La información no fue compartida con el gobierno de México, que estuvo en la oscuridad dos días sobre el potencial peligro que representaba el contenedor para su población.

“El sistema en Manzanillo aún se encontraba bajo mando del Departamento de Energía y todavía no se había cedido el control a aduanas de México”, se explica en el cable.

Ante los altos índices de radiación detectados, la embajada decidió enviar la información para su análisis al Laboratorio Los Álamos, en Nuevo México, principal sede de investigación nuclear de EU, mejor recordada por haber sido la cuna del Proyecto Manhattan.

El cable de WikiLeaks precisa que no fue sino hasta el 26 de octubre que la embajada contactó al Servicio de Administración Tributaria, del que dependen las aduanas, para informarle de sus sospechas.

“Los funcionarios de Energía informaron a sus contrapartes mexicanas de aduanas de la alerta a las 09:00 horas”, se indica. Habían pasado casi 40 horas desde el arribo del contenedor radiactivo a Manzanillo. Tras una inspección, se descubrió que ya no estaba en el puerto: se había adentrado a territorio mexicano.

Después de ser informado, el SAT comenzó a rastrear el embarque, tarea que pudo haber comenzado antes pero que se retrasó por la inexplicable decisión de Washington de no compartir la información. Para las 11:00 de la mañana, Los Álamos confirmaba los peores temores.

“El Laboratorio informó a Energía que la alerta parecía genuina”, indicó la embajada, que tras recibir la confirmación activó el protocolo de emergencia nuclear, avisando al embajador Carlos Pascual de que todo apuntaba a que un dispositivo radiactivo —una bomba sucia, una ojiva, algo— estaba perdido en México.

Luego de concluir su rastreo y revisar los manifiestos del embarque chino, el SAT informó al gobierno estadunidense que se había determinado a dónde estaba dirigido el contenedor.

Iba a Estados Unidos.

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Octubre 27, 09:00 de la mañana. El embajador Pascual notifica de la alarma a la oficina de Armas de Destrucción Masiva del Departamento de Estado. A las 9:30, una teleconferencia de emergencia está en curso. Atienden representantes de los equipos de respuesta a armas nucleares de los departamentos de Defensa, Seguridad Interna, Justicia y el Consejo de Seguridad Nacional.

Las oficinas de Samsung, en Corea del Sur, son contactadas para avisarles de la crisis que tiene a su contenedor por protagonista. Al mismo tiempo, la Comisión Nacional de Salvaguardias Nacionales (CNSN) del gobierno mexicano entra por fin en escena.

Octubre 28, 08:30 de la mañana. Nadie sabe la ubicación del contenedor. Hasta las dos de la tarde la sede corporativa de Samsung despeja la duda: el embarque se encuentra en sus almacenes de Querétaro.

Una carga radiactiva, potencialmente letal, ha recorrido casi 700 kilómetros de carreteras mexicanas, cruzando los estados de Jalisco, Michoacán y Guanajuato.

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Octubre 29, 12:30 horas. Ataviados con trajes especiales, un equipo de investigadores de la CNSN arriba al almacén. Se informa a la embajada que el contenedor está sellado. Afortunadamente, no ha sido abierto.

Pero los escáneres no detectan rastro alguno de radiación. A las 10 de la mañana, tras una larga noche, se han conducido ya tres inspecciones con sensores gamma. Resultados: negativos. El cargamento no es una ojiva nuclear. Es un embarque de motores para lavadoras. Ni siquiera iba a EU.

El detector en Manzanillo había fallado, detonando alarmas en México y EU, pero al mismo tiempo revelando importantes deficiencias en los protocolos de comunicación y manejo de crisis entre ambos países en caso del peor escenario.

“La alarma de neutrones registrada por el equipo del Departamento de Energía parece haber sido una alerta falsa”, lamentó la embajada, después de seis días en los que Washington temió que una de sus pesadillas hubiera tomado forma en México.
 
 
Víctor Hugo Michel
 
 

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