El poder y la salud
28/10/10 - 10:19El periodista y médico, autor del libro “Enfermos de poder”, analiza el peso político que la salud tiene en quienes ejercen el poder.
PorNelson Castro, especial para Clarín.com
El fallecimiento de Néstor Kirchner fue la crónica de una muerte anunciada.
Porque efectivamente, el conocimiento del caso de Kirchner (que yo lo tenía con todo detalle) permitía evaluar lo siguiente: primero, la gravedad de la afección arterial que él tenía y segundo, los riesgos a los que cuales el ex presidente se exponía como consecuencia de su modo de vida.
El principal problema de Néstor Kirchner no era si hacía ejercicio, su régimen de comida –que lo cuidaba- o sino la forma como él enfrentaba las situaciones de tensión.
Y el stress era el riesgo más importante que pesó en su vida y sobre esto, él no hizo nada para cambiar su conducta produciendo el final que era previsible.
¿Qué moraleja deja esto? De los presidentes que ejercieron el poder desde el momento en que Argentina recuperó la democracia en 1983, nada menos que tres, sufrieron episodios cerebro-vasculares que pusieron en peligro su vida: Carlos Menem, Fernando De la Rúa y Kirchner.
Esto es una demostración muy clara del efecto de deterioro que el ejercicio del poder tiene sobre la salud de las personas, la vulnerabilidad que la persona tiene frente al poder y sobre el peso político que la salud de quien está en el poder tiene.
Es una lección que debería aprender la dirigencia política argentina y es una realidad que como sociedad no podemos ignorar.
Nelson Castro es periodista y médico.
Autor de los libros “Enfermos de poder” y “La sorprendente historia de los vicepresidentes argentinos”.
Porque efectivamente, el conocimiento del caso de Kirchner (que yo lo tenía con todo detalle) permitía evaluar lo siguiente: primero, la gravedad de la afección arterial que él tenía y segundo, los riesgos a los que cuales el ex presidente se exponía como consecuencia de su modo de vida.
El principal problema de Néstor Kirchner no era si hacía ejercicio, su régimen de comida –que lo cuidaba- o sino la forma como él enfrentaba las situaciones de tensión.
Y el stress era el riesgo más importante que pesó en su vida y sobre esto, él no hizo nada para cambiar su conducta produciendo el final que era previsible.
¿Qué moraleja deja esto? De los presidentes que ejercieron el poder desde el momento en que Argentina recuperó la democracia en 1983, nada menos que tres, sufrieron episodios cerebro-vasculares que pusieron en peligro su vida: Carlos Menem, Fernando De la Rúa y Kirchner.
Esto es una demostración muy clara del efecto de deterioro que el ejercicio del poder tiene sobre la salud de las personas, la vulnerabilidad que la persona tiene frente al poder y sobre el peso político que la salud de quien está en el poder tiene.
Es una lección que debería aprender la dirigencia política argentina y es una realidad que como sociedad no podemos ignorar.
Nelson Castro es periodista y médico.
Autor de los libros “Enfermos de poder” y “La sorprendente historia de los vicepresidentes argentinos”.
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