Los sindicatos sacan más gente que nunca a las calles contra la reforma de las pensiones
El Gobierno de Sarkozy sigue decidido a retrasar la edad legal de jubilación de los franceses de los 60 a los 62 años
ANTONIO JIMÉNEZ BARCA - París - 12/10/2010
A la una y media de la tarde arrancaron los primeros manifestantes desde la plaza de Montparnasse, en París. Tres horas más tarde, aún había gente saliendo de esa plaza en dirección ala de la Bastilla, donde terminaba la protesta. La marcha (la séptima del año) fue determinante. Los sindicatos franceses han sacado a la calle, según sus cuentas, a tres millones y medio de personas para exigir la retirada de la reforma de las pensiones de Nicolas Sarkozy en la más multitudinaria manifestación de este año. La policía rebajó la cifra a 1.230.000, aunque también contabilizó más manifestantes que nunca. Así, en cualquier caso, el movimiento crece, aumenta y ha escalado un grado.
Paralelamente, las huelgas sectoriales se extienden y se recrudecen:mañana también funcionarán a medio gas los transportes urbanos en París y en otras ciudades francesas; y diez de las doce refinerías también se ven afectadas por unos paros que nadie sabe cuándo acabarán y cómo repercutirán en el consumo diario de gasolina. Los sindicatos ya han anunciado una nueva jornada de protesta para el sábado 16 de octubre en un intento de seguir golpeando porque sienten que aún hay combate.
El Gobierno de Sarkozy sigue decidido a aprobar a contrarreloj la polémica reforma, convertida en todo un símbolo de la fase final del mandato de Nicolas Sarkozy, ya con el ojo puesto en las elecciones de 2012. El primer ministro, François Fillon, en la Asamblea Nacional, ha asegurado, mientras en la calle se desarrollaban las manifestaciones, que el Gobierno "llegará hasta el final". La prueba de que Sarkozy no retrocede es evidente y se ve cada día: el Senado sigue debatiendo la reforma y aprobará el proyecto de ley, previsiblemente, esta semana. El Gobierno francés confía en que todo este movimiento creciente de protesta que comenzó hace cuatro meses y que amenaza con desbordarse remita a partir del 25 de octubre. Para entonces -fecha de inicio de las vacaciones de Todos los Santos, que Sarkozy confía en que adormezcan la calle- la ley ya estará definitivamente aprobada.
A las más de 240 manifestaciones organizadas por toda Francia se unieron unos invitados esperados con los que no se contaba hace un mes. A los cientos de miles de trabajadores y sindicalistas, de enfermeros y profesores, de empleados de correos y de enfermeros, se agregaron batallones de jóvenes adolescentes salidos de los institutos que marcharon bajo las banderas de los sindicatos. Han acabado convirtiéndose en protagonistas. Nadie duda del poder algo imprevisible de los jóvenes franceses, capaces de tumbar una ley aprobada: ya ocurrió en 2005, cuando las crecientes manifestaciones y la marea juvenil de protesta echó para atrás el Contrato de Primer Empleo del por entonces primer ministro Dominique de Villepin. Tal vez por eso, el Gobiernoha miradode reojo a los ejércitos de jóvenes y acusó de "irresponsable" a la izquierda por haber espoleado a los adolescentes a movilizarse.
La fuerza delos adolescentes
En el boulevard de Montparnasse, una veintena de chicos de 16 años, procedentes de los institutos parisinos de Fénelon, Montaigne o Paul-Berthan marchadoen medio de la manifestación. "Estoy aquí para defender mi jubilación". Y han añadido señalando a un grupo de sindicalistas de mediana edad: "Ellos tendrán jubilación. Yo no lo tengo tan claro". Un compañero añadió: "Y para quejarnos del Gobierno".
Los sindicatos, pues, han mostrado músculo, convencidos por los últimos sondeos de que la población les respalda y han metido un poco más de presión a una olla que cada día que pasa se calienta más. Los aeropuertos, que anularon entre un 30% y 50%, y los colegios -con un 20% de profesores en huelga ayer- volverán hoy a funcionar con normalidad. Pero nadie sabe qué rumbo tomará el incipiente movimiento estudiantil. Tampoco cuánto durarán las huelgas renovables cada día en el transporte público urbano o en las refinerías. La protesta, pues, entra en tierras hasta ahora desconocidas. Mientras, desde el otro lado, la reforma de las pensiones sigue su recorrido legislativo, con el Gobierno decidido a retrasar la edad legal de jubilación de los franceses de los 60 a los 62 años y de 65 a 67 para los que, no habiendo cotizado lo pertinente, quieran retirarse con la pensión completa.
El pulso que enfrenta al Gobierno y a los sindicatos, que se juega en la calle y en los parlamentos simultáneamente, que comenzó el seis de junio, con la primera manifestación, que sacó a la calle, según los sindicatos, a un millón de personas, sigue en marcha: aunque con dos millones de personas que se han añadido por el camino.
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