Las grandes fortunas de EE UU se comprometen a dar la mitad para caridad
La iniciativa, sin precedentes, nació de los dos hombres más ricos de EE UU, Warren Buffett y Bill Gates, y se han unido otros como el alcalde neoyorquino, Michael Bloomberg o el emperador mediático Ted Tuner
SANDRO POZZI | Nueva York 04/08/2010
Hace algo más de un año, Warren Buffett y Bill Gates, los hombres más ricos en Estados Unidos, cenaron en secreto en Nueva York con una docena de grandes fortunas del país para hablar de todo lo que podría llegar a hacer si juntaban su dinero. Fue un encuentro sin precedentes, que muchos llegaron a sospechar se trataba de una reunión clandestina para, en plena crisis financiera, ver cómo podían dominar el mundo.
Nada de eso. Se trataba justamente de lo contrario. En plan de amigos, los asistentes discutieron ideas para ver lo que podría hacer con sus fortunas en el ámbito de la filantropía. A ese encuentro siguieron otros, para dar forma entre bastidores a la campaña The Giving Pledge (El compromiso de dar). Hoy, casi medio centenar de multimillonarios se han sumado a la iniciativa y han hecho su manifiesto: destinar al menos la mitad de su riqueza a obras de caridad.
Se trata de un movimiento sin precedentes en el ámbito de la filantropía. Los primeros en apuntarse en esta especie de nuevo club fueron el constructor Eli Broad, el inversor John Doerr, el empresario Gerry Lenfest y el ex presidente de la tecnológica Cisco Systems John Mordridge. Hoy se han sumado el alcalde neoyorquino Michael Bloomberg, el fundador de Oracle, Larry Ellison, el magnate Boone Pickens y el emperador mediático Ted Tuner.
Buffett y Gates son desde hace años firmes defensores de devolver a la sociedad gran parte de la fortuna que fueron amasando con sus negocios durante el paso de los años. Y rechazan de plano, y públicamente, que sus herederos sean los principales beneficiarios de esa masa de dinero. De hecho, Buffett se comprometió en 2006 a destinar el 99% de su riqueza a alimentar, entre otras, la misión benefactora de la Fundación Bill y Melinda Gates.
EE UU es, de acuerdo con el último ranking de la revista Forbes, el país que más multimillonarios concentra, con una fortuna combinada que asciende a 1,35 billones de dólares (un billón de euros). Bill Gates es el primero de la lista, con 53.000 millones, seguido por Warren Buffett, con 47.000 millones. Desde que la fundación del matrimonio Gates empezó a funcionar en 1994, movilizó unos 22.000 millones a programas destinados a la lucha contra la pobreza y la salud.
Si todos ellos dieran la mitad, se movilizarán unos 675.000 millones a caridad. Se trata, como señaló en junio pasado la revista Fortune, cuando se dio a conocer la iniciativa, de la "mayor campaña de recaudación de fondos de la historia". Pero aunque el objetivo de Buffett y Gates se concentra en los 403 hombres y mujeres más ricos de EE UU, para que donen la mayor parte posible de su legado, su obra es un amplificador para el resto de la sociedad.
El momento para lanzar esta campaña no puede ser más oportuno. La recesión sigue causando estragos entre millones de familias en EE UU, que no tienen empleo, no pueden conservar sus hogares ni costearse la atención médica mínima. Las dificultades financieras están provocando, además, que el dinero destinado a caridad esté cayendo, de los 315.000 millones en 2008 a los 303.750 millones el pasado, según la fundación Giving USA.
El razonamiento de Buffett es muy simple: la gente que de alguna manera es admirada en la sociedad, como el director de cine George Lucas o el empresario hotelero Barron Hilton, debe predicar con el ejemplo en los momentos más difíciles. Es, dice, lo que hicieron las familias Carnegie y Rockefeller, y por eso quizás EE UU sea la gran potencia también en el ámbito de la filantropía.
Ellison, por ejemplo, es una de las figuras que más destinó de su fortuna a obras benéficas y proyectos sin ánimo de lucro en el ámbito de la educación y la investigación médica. Pero como él mismo admite, lo ha hecho hasta ahora de una forma callada, porque pensaba que la caridad era una cosa privada. Ahora, siguiendo a Buffett, cree que con su ejemplo puede influir en otros.
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