Las herederas del cura Hidalgo
REDACCIÓN/Karla Garduño Morán /Dolores Hidalgo
NOTA PUBLICADA: 8/29/2010
Viven de manera casi anónima en este municipio desde hace unos 10 años, cuando regresaron luego de hacer sus vidas en otros estados de la República. Dicen que todos en el pueblo saben de su existencia, pero no se habla de ello.
Son María Esther, Esperanza y Mercedes Vázquez Mendoza, herederas en quinto grado del cura Miguel Hidalgo y las únicas que quedan vivas de un total de nueve hermanos.
Aunque desde 1985 se reconoció que los Vázquez Mendoza eran herederos directos del héroe de la Independencia y se les hizo un reconocimiento oficial en la Hacienda Corralejo -lugar donde nació el llamado “Padre de la Patria”-, la familia no ha sido tomada en cuenta por el Gobierno actual para las celebraciones del bicentenario de la Independencia.
“El pueblo siempre ha sido un poco sordo para este parentesco que tenemos con Hidalgo, como que dicen: ‘si las empezamos a subir, se van a creer y van a empezar a pedir cosas’. Siempre hemos sido muy modestas, nunca le hemos dicho nada a nadie y nadie nos viene a comentar nada. Hemos vivido en el anonimato, afortunadamente”, dice María Esther, quien no confiesa su edad pero supera los 90 años.
El cronista de Dolores, José García, ha documentado el parentesco de los Vázquez Mendoza con Hidalgo, aunque ellos lo sabían desde antes.
Durante más de tres años, el historiador vivió en la parroquia principal del pueblo haciendo investigación. Ahí encontró la fe de bautizo de las dos hijas que procreó Hidalgo con Josefa Quintana Díaz Castañón: María Vicenta y María Micaela, así como la de su descendencia.
Vicenta murió en la adolescencia y Micaela se casó con José Julián Mendoza Sánchez, con quien tuvo ocho hijos, entre ellos Ignacia, de quien se desprende la línea de sucesión que pudo rastrear García para dar con la familia Vázquez Mendoza.
Ignacia tuvo un hijo natural, Vicente, quien se casó con María Refugio Zamora y tuvieron tres hijos. Una de ellas, Juliana, es la mamá de las tres mujeres que hoy cuentan la historia de sus vidas y el orgullo de llevar la sangre de Hidalgo.
“Una vez me dedicaron un libro de Hidalgo y decía ‘A la señora Esperanza, sangre y vida de un libertador’. En ese momento yo sentí que realmente teníamos un orgullo de tener un ancestro como Hidalgo, que dio su vida por su pueblo y porque tuviéramos libertad”, cuenta Esperanza.
Además del evento de 1985 en la Hacienda Corralejo, cuando todavía vivía Víctor, otro de los hermanos, la familia ha tenido otros dos reconocimientos: uno en 2005 en el Museo de la Independencia, en Dolores Hidalgo, y otro en 2008 en la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato.
Una familia liberal
Miguel Hidalgo es considerado un liberal influido por las ideas de los enciclopedistas franceses. A pesar de su investidura como sacerdote, desde las primeras biografías realizadas por Pedro González en 1891, ya se reconocía su gusto por las mujeres y se mencionaba la posibilidad de que hubiera tenido hijos.
El espíritu progresista del libertador parece haber permeado a su descendencia.
Los padres de los hermanos Vázquez Mendoza se empeñaron siempre en que sus hijos estudiaran, hombres y mujeres por igual, y los enviaron a colegios en Irapuato, León o el Distrito Federal.
En las primeras décadas del Siglo XX, en un estado que hasta la fecha se caracteriza por su conservadurismo, Esperanza Vázquez, una jovencita de 15 años, ya tenía permiso de su padre para aprender a manejar.
“Era una novedad que una muchacha en ese tiempo manejara. Me acuerdo una vez que había un oficial parado y cuando me vio venir corrió, porque se espantó de ver una muchacha tan joven y manejando. Y tuvo razón, porque al rato nada más se escuchó cómo tronó el banco donde estaba sentado”, cuenta Esperanza.
Es una de sus anécdotas favoritas del Dolores Hidalgo que les tocó vivir de niñas.
Cuando volvieron, 10 años después, vieron el pueblo más grande, pero con las carencias de siempre.
“Han descuidado mucho a Dolores Hidalgo como cuna de la Independencia; es para que hubiera más industria, que abrieran centros de trabajo, más cultura, como lo vemos en otros países en su cuna de la Independencia, en Washington, por ejemplo. Al Gobierno central le ha faltado más atención para promover la cuna de la Independencia”, dice María Esther.
Las hermanas Vázquez se sienten ajenas al pueblo. A pesar de vivir contentas ahí, casi no hablan con nadie y se reúnen sólo entre ellas, sus hijos y sus nietos. Aunque no reconocen que exista un rechazo hacia ellas, tampoco se sienten en casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario