El día de hoy quiero comenzar a escribir una nueva etapa de mi vida. O el inicio del fin de una época. La más chingona quizá de todas, aunque cada era tuvo lo suyo.
Coincido con el cambio global que significa la elección de Obama como presidente de los Estados Unidos. Una ola de cambio inundará a la humanidad como nunca antes. La alegría no sólo se desbordaba en el Imperio. En todo el mundo se celebró de buena gana el resultado. Y no porque Obama sea un pendejo de primera y todos lo vayan a estar ahí pendejeando. Sino porque es un personaje distinto, lejos de la belicosidad republicana. De ese uniteralismo mortal de los halcones sanguinarios.
Desde que inició el año seguí paso a paso el milagro que se terminó de gestar la noche de ayer. Y de testigos están mis allegados. Hasta noviazgos terminé por las elecciones gringas...
Ahora, a prepararnos para el cambio de gestión. De ocho macabros años de Bush, a Obama. ¿Que tanta telaraña y vísceras sanguinolentas no tendrá que limpiar el pendejín de Bush para que el nuevo inquilino no las descubra?
En el plano local, el sospechosismo va de la mano de la curiosa caída de Muriño & cía. No me trago fácilmente la teoría del sepalachingadaquepasó. Ni madres. Hay algo turbio por aquí. Afortunadamente el carnal Marcelo tuvo acceso desde el primer momento a los hechos y nos podría sacar de dudas en caso que las investigaciones oficiales federales sean muy balines en cuanto a la aclaración de hechos...
Así que comencemos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario