sábado, 10 de octubre de 2009

Libros Leídos XXVI: Rayuela


Publicado originalmente en mi antiguo blog, el 05 de octubre de 2006...

He descubierto algo que ya intuía, pero que hasta esta semana me cayó el veinte... y ahora entiendo muuuuchas cosas de mi vida.

Digo, no es por presumir, pero siempre he sido líder. Siempre he sido de la idea de que "el que es chingón es chingón". Y siempre me he caracterizado por ser uno de los más avanzados, en lo que sea, en cualquiera de los grupos en los que he estado.

En primaria fui de 10-10-10-10 en tooodo... hasta que entró un nuevo alumno, que me "superó"... fue como en cuarto. Y luego en quinto entró otro, y yo quedé en tercer lugar de esas listas masoquistas que hacen los maestros para echarles en cara a los alumnos que son unos inútiles. Cualquier otro hubiera resentido eso pero yo no... me valió madre... mientras Josué pasaba la tarde estudiando y haciendo tareas, yo me la pasaba echando desmadre por mi cuadra, y en la misma escuela. Nunca lo tomé demasiado en serio. ¿para qué demonios?

En secundaria fui alumno regular-bajo pese a que todo era simple y sencillo... en la prepa igual, era promedio, ni dieces ni nueves... pero en cualquier cosa nueva, yo era el que iba a la cabeza. No se diga los trabajos de investigación. Y recuerdo una vez cuando la maestra Rocío puso una ecuación química muy perra, con la idea de que nadie la resolvería, y yo en pocos minutos se la di. Mi recompensa: excento del examen final.

En la carrera igual. Mientras unos estudiaban por días para un examen, yo leía media hora en el camión un breve resumen que había hecho un día antes. Mientras unos hacían trabajos de investigación por días, yo lo dejaba para el último y en una tarde con un poquito de madrugada, lo acababa. Impecable, claro. Cuando todos estaban en chinga con las baterías, yo me la pasaba bomba y sólo inventaba el resultado. Recuerdo que cuando la maestra Alejandra nos hacía estrenar prueba nueva, siempre era yo el que la terminaba primero... y no sólo primero, sino con puntos elevados en las que eran de inteligencia, mientras las de 10 en el examen parcial o final salían limítrofes... Y no se diga cuando el pinche Julio me aplicó el Wais, un examen de más de dos horas... saqué un CI elevadísimo, el más elevado, y eso que yo estaba jugando, sin concentrarme, viendo a las demás...

Me apasionan los retos... y una vez que los cumplo, me vuelvo indiferente. No importa que saque 7 o 6 en el examen... yo sé que soy chingón, y no necesito demostrárselos a los demás... no me apuro por sacar un diez... de hecho, no saqué la chingada beca por ideas mías, no por no poder... recuerdo como todas esperaban con ansias que les dieran los exámenes con las calificaciones, y yo recibía el examen sin verlo, lo doblaba y lo metía en la libreta... y luego lo veía nada más para estudiar de él en el final.

¿A que todo esto en un apartado de literatura? Bueno, ya escribí una novela en dos semanas... y desde entonces no he escrito nada en forma.... supe que podía hacerlo, y ya no tengo la adrenalina. Ahora he leído libros de más de cuatrocientas hojas en unos cuatro días, y como sé que puedo, ya le estoy echando hueva a la leída. No obstante, en tres sentadas he leído buena parte de la última novela que escogí.

Ya leí El llano en llamas, Pedro Páramo, Cien años de soledad y La casa de los espíritus, en menos de tres semanas... ¿que seguiría? Se me antojaba Coehlo, de Brasil, Benedetti de Paraguay o Borges de Argentina. Pero elegí a otro, que también se me antojaba: Cortázar... la Rayuela de Cortázar.

Digo, no es sólo que como ya me creo el muy chingón se me esté dificultando la lectura. Si cuando di una hojeada por El Ser y el Tiempo de Martin Heidegger se se me hacía complicado, dado el lenguaje profundamente filosófico-existencialista... Cortázar le dice "quitá, bisoño boludo"...

La lectura es RI-QUÍ-SI-MA... aunque sumamente complicada, ya que usa un lenguaje metafórico muy personal (que me recuerda tanto a mí...), nos da cátredra de lo que es París cada dos líneas, sus vastos conocimientos de Jazz.. mezcla el idioma argentino con el español con el francés con el inglés... y sus conocimientos de pintura, poesía, literatura... wow... una cátedra completa... esto, con el lenguaje más primorosamente adornado que pudiese elegir. Es un maestro, chingao, universal... más universal que Rulfo, Márquez o Allende, que se limitan a su entorno geográfico...

Y también da clases de filosofía (existencialismo sobretodo) y de psicología...

Una característica sumamente peculiar del texto es que no es un libro...sino muchos... compuesto de novelas, cuentos, clases de literatura... todo aderezado con un humor chingón. No es lineal, pues, como la inmensa mayoría de los libros... se puede leer desde cualquier capítulo, muy a la manera en que las beatas leen la biblia, abriéndola en cualquier página, para encontrar el horóscopo que Dios le designará ese día en especial... como una línea directa al horóscopo pibe.

Un elemento muy importante en el libro, no sé si por encima o no de la misma literatura, es la parte erótica. Che, que chingones párrafos nos regala!

No deja de lado lo político (como lo demás que he leído)... pareciera que la literatura latina no puede ir sin algo de política, dada nuestra virulenta historia encadenada al Imperio...

El personaje principal, que me recuerda tanto a mi, está envuelto en un eterno estado de cognición filosófica... rumía una y otra vez las ideas de un mundo que percibe amenazante, pues a pesar de su amplia cultura, le parece del todo desconocido... ignoto...

De hecho, hablando de identificación... Horacio (como el clásico) Oliveira es muy como yo... filosofa todo el tiempo... se entretiene un poco con fatuas pasiones, pero en el fondo sabe que todo no es más que un absurdo total emanado de quien sabe que bodrío...

Desprecia a sus inferiores, en la misma escala social que el otro Horacio acostumbraba: la del pensamiento. Sumamente mordaz, con fuertes tendencias misántropas, muy pero muy cáustico... es un hijo bien dado de la chingada!

Aunque, ha diferencia de él, yo sí estoy más inmerso en las cuestiones social-políticas, mientras él está más absorto en cuestiones eróticas... pero ambos cuatro por igual buscamos la unicidad hindú ante tanto abusurdo de la vida.

Hasta ahora, de los últimos libros que he leído, sólo con el coronel Aureliano Buendía tuve un nexo.. aunque nimio. Con Horacio Oliviera, si bien no hubo una identificación total, pues es la más cercana de los últimos 30 libros que recuerde...

Frases chidas:

• Y era natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentrífico. (15)
• Andábamos sin buscarnos pero andábamos para encontrarnos. (16)
• Acabo siempre aludiendo al centro sin la menor garantía de saber lo que digo, cedo a la trampa fácil de la geometría con que pretende ordenarse nuestra vida de occidentales: Eje, centro, razón de ser, Omphalos, nombres de la nostalgia indoeuropea. (30)
• Cuántas palabras, cuantas nomenclaturas para un mismo desconcierto. (30)
• Abrazando a la Maga, esa concreción de nebulosa, pienso que tanto sentido tiene hacer un muñequito de con miga de pan como escribir la novela que nunca escribiré o defender con la vida las ideas que redimen a los pueblos. El péndulo cumple su vaivén instantáneo y otra vez me inserto en las categorías tranquilizadoras: muñequito insignificante, novela trascendente, muerte heróica. Pienso en las jerarquías de valores tan bien exploradas por Ortega, por Sheler: lo estético, lo ético, lo religioso. Lo religioso, lo estético, lo ético. Lo ético, lo religioso, lo estético. El muñequito, la novela. La muerte, el muñequito. La lengua de la Maga me hace cosquillas. Rocamadour, la ética, el muñequito, la Maga. La lengua, la cosquilla, la ética. (30)
• Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada evz más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un sabor a fruta, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua. (53)
• Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame quererte, te quiero porque sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses),me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. (561)
• Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. (562)
• Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se elige, a Julieta nos se elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. (562)
• -lo absoluto- Mirá, viene a ser a ser ese momento en que algo logra su máxima profundidad, su máximo alcance, su máximo sentido, y deja por completo de ser interesante. (60)
• Anda loco por esa mujer, y se lo dice así, como los diez dedos.Cómo se repiten los juegos. Clzamos en moldes más que usados, aprendemos como idiotas cada papel más que sabido. (72)
• No puede ser que esto exista, que realmente estemos aquí, que yo sea alguien se llama Horacio. Ese fantasma de ahí, esa voz de una negra muerta hace veinte años en un accidente de auto: eslabones en una cadena inexistente, cómo nos sostenemos aquí, cómo podemos estar reunidos esta noche si no es por un mero juego de ilusiones, de reglas aceptadas y consentidas, de pura baraja en las manos de un tallador inconcebible. (74)
• Es raro cómo se puede perder la inocencia de golpe, sin saber ni siquiera que se ha entrado en otra vida. (90)
• ... jazzología, ciencia deductiva, facílisima después de las cuatro de la mañana. Desaconsejable para señores y clérigos. (107)
• De una sola cosa estaba bastante seguro, y era que no podía renunciar sin traición a la pasiva espera a la que vivía entregado desde su venida a París. Ceder a la generosidad fácil y largarse a pegar carteles clandestinos en las calles parecía una explicación mundana, un arreglo de cuentas con los amigos que apreciarían el coraje, más que una verdadera respuesta a las grandes preguntas. Midiendo la cosa desde lo temporal y lo absoluto, sentía que erraba en el primer caso y acertaba en el segundo. Hacía mal en no luchar por la independencia argelina, o contra el antisemitismo o el racismo. Hacía bien en negarse al fácil estupefaciente de la acción colectiva y quedarse otra vez solo frente al mate amargo, pensando en el gran asunto, dándole vueltas como un ovillo donde no se ve la punta o donde hay cuatro o cinco puntas. (550)
• En esas gentes la acción socialse parecía demasiado a una coartada, como los hijos suelen ser la coartada de las madres para no hacer nada que valga la pena en la vida, como la erudición con anteojeras sirve para no enterarse de que en la cárcel de la otra cuadra siguen guillotinando a tipos que no deberían ser guillotinados. La falsa acción era casi siempre la más espectacular, la que desencadenaba el respeto, el prestigio y las hestatuas hecuestres. Fácil de calzar como un par de zapatillas, podía incluso llegar a ser meritoria (<>, se decía Oliviera), la tradición era de otro orden, era como siempre la renuncia al centro, la instalación en la periferia, la maravillosa alegría de la hermandad con otros hombres embarcados en la misma acción. Allí donde cierto tipo humano podía realizarse como héroe, Oliviera se sabía condenado a la peor de las comedias. Entonces valía más pecar por omisión que por comisión. Ser actor significaba renunciar a la platea, y él parecía nacido para ser espectador en fila uno. <>, se decía Oliviera, <> (551)
• Chantajes no. Lloremos cara a cara, pero no ese hipo barato que se aprende en el cine. (129)
• Por qué, con tus encantamientos infernales, me has arrancado a la tranquilidad de mi primer vida... El sol y la luna brillaban para mí sin artificio; me despertaba entre apacibles pensamientos, y al amanecer plegaba mis hojas para hacer mi oraciones. No veía nada de malo, pues no tenía ojos, no escuchaba nada de malo, pues no tenía oídos; ¡pero me vengaré! (669)
• Amor, ceremonia ontologizante, dadora de ser. Y por eso se le ocurría ahora lo que a lo mejor debería habérsele ocurrido al principio: sin poseerse no había posesión de la otredad, ¿y quién se poseía de veras? ¿Quién estaba de vuelta de sí mismo, de la soledad absoluta que representa no contar siquiera con la compañía propia, tener que meterse en el cine o en el prostíbulo o en la casa de los amigos o en una profesión absorbente o en el matrimonio para estar por lo menos solo-entre-los-demás? Así, paradójicamente, el colmo de soledad conducía al colmo de gregarismo, a la gran ilusión de la compañía ajena, al homrbe solo en la sala de los espejos y los ecos. Pero gentes como él y tantos otros, que se aceptaban a sí mismos (o que se rechazaban pero conociéndose de cerca) entraban en la peor paradoja, la de estar quizá al borde de la otredad y no poder franquearlo. La verdadera otredad hecha delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro. (139)
• Casi estaría para ir a verlo uno de estos días. Pero a lo mejor le arruino la isla desierta, me convierto en la huella del pie en la arena. Che, qué delicado te estás poniendo. (146)
• Tantos ríos metafísicos y de golpe se sorprendía con ganas de ir al hospital a visitar al viejo, o aplaudiendo a esa loca encorsetada. Extraño. Debía ser el frío, el agua en los zapatos. (150)
• Que hijo de puta. (151)
• Por quinientos francos es capaz de hablar con admiración de un pescado muerto. (152)
• Hay ausencias que representan un verdadero triunfo. (153)
• ¿Te quedaste alla en tu barrio de Almagro? ¿O te ahogaste en el viaje, en las camas de las puertas, en las grandes experiencias, en el famoso desorden necesario? Todo me suena a consuelo, es cómodo creerse recuperable aunque apenas se lo crea ya, el tipo al que cuelgan debe seguir creyendo que algo pasará a último minuto, un terremoto, la soga que se rompe por dos veces y hay que perdonarlo, el telefonazo del gobernador, el motín que lo va a liberar. Ahora que a esta vieja ya le va faltando muy poco para empezar a tocarme la bragueta. (160)
• ... de lo buenos sentimientos nace la mala literatura, y otras cosas por el estilo. (173)
• ... la felicidad es solamente de uno y en cambio la desgracia parecería de todos. (173)
• Las discusiones más feroces de Oliviera y Etienne se armaban a esta altura de su esperanza, porque tenían pavor de estarse equivocando, de ser un par de perfectos cretinos empecinados en creer que no se puede levantar la torre de Babel para que al final no sirva de nada. La moral de occidente se les aparecía a esa hora como una insinuándoles una a una todas las ilusiones de treinta siglos inevitablemente heredados, asimilados y masticados. Era duro renunciar a creer que una flor puede ser hermosa para la nada; era amargo aceptar que se puede bailar en la oscuridad. (725)
• Pobre amor el que de pensamiento se alimenta. (188)
• Y se podía casi palpar el silencio resentido de la Maga, su nota mental: Anacreonte, autor griego jamás leído. Todos lo conocen menos yo. (203)
• ... la consumación es un hecho accesorio. (206)
• La humanidad es un ideal. (208)
• Toda tentativa de explicarlo fracasa por una razón que cualquiera comprende, y es que para definir y entender habría que estar fuera de lo definido, y lo entendible. (218)
• En realidad nosotros somos commo las comedias cuando uno llega al teatro en el segundo acto. Todo es muy bonito pero no se entiende nada. Los actores hablan y actúan no se sabe de qué. Proyectamos en ellos nuestra propia ignorancia, y nos parecen unos locos que entran y salenmuy decididos. Ya lo dijo Shakespeare, por lo demás, y si lo no lo dijo era su deber decirlo. (219)
• ¿Qué punto de comparación tenés para creer que nos ha ido bien? ¿Por qué hemos tenido que inventar el Edén, vivir sumidos en la nostalgia del paraíso perdido, fabricar utopías, proponernos un futuro? Si una lombríz pudiera pensar, pensaría que no le ha ido tan mal. El hombre se agarra de la ciencia como de eso que llaman áncora de salvación y que jamás he sabido bien lo que es. La razón segrega a través del lenguaje una arquitectura satisfactoria, como la preciosa, rítmica composición de cuadros renacentistas, y nos planta en el centro. A pesar de toda la curiosidad y su insatisfacción , la ciencia, es decir la razón, empieza por tranquilizarnos. <> Todo muy incitante, muy vertiginoso, pero siempre a partir del sillón donde estamos cómodamente sentados. (222)
• No puede estar claro, si lo estuviera sería falso, sería científicamente verdadero quizá, pero falso como absoluto. La claridad es una exigencia intelectual y nada más. Ojalá pudiéramos saber claro, entender claro al margen de la ciencia y la razón. Y cuando digo <>, andá a saber si no estoy diciendo una idiotez. Probablemente la única áncora de salvación sea la ciencia, el uranio 235, esas cosas. Pero además hay que vivir. (223)
• Vos sos más que tu inteligencia, es sabido. Esta noche, por ejemplo, esto que nos está pasando ahora, aquí, es como uno de esos cuadros de Rembrandt donde apenas brilla un poco de luz en un rincón, y no es una luz física, no es eso que tranquilamente llamás y situás como lámpara, con sus vatios y bujías. Lo absurdo es creer que podemos aprehender la totalidad de lo que nos constituye en este momento, o en cualquier momento, e intuirlo como algo coherente, algo aceptable si querés. Cada vez que entramos en una crisis es el absurdo total, comprendé que la dialéctica sólo puede ordenarlos armarios en momentos de calma. Sabes muy bien que en el punto culminante de una crisis procedemos siempre por impulso, al revés de lo previsible , haciendo la barbaridad más inesperada... (223)

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