viernes, 3 de septiembre de 2010

AMLO, Calderón y la censura


Este razonamiento queda muy ad hoc a la autocensura de ayer en Milenio por el caso de Fernando Azcárraga, misma que continúa...

AMLO, Calderón y la censura

El pozo de los deseos reprimidos

Álvaro Cueva

TV Azteca quedó entre la espada y la pared por no haber transmitido, a la medianoche del miércoles pasado, un anunciadísimo especial que Katia D’Artigues y Sabina Berman le hicieron a Andrés Manuel López Obrador en “Shalalá”.

Por supuesto esto es un notición. ¿A quién se le ocurre invitar al señor López Obrador a un programa de televisión, entrevistarlo y no ponerlo al aire?

Es como llevar fuego a una gasolinería. Si alguien se ha quejado de padecer un cerco informativo en este país es don Andrés Manuel. ¡Y luego le salen con esto! ¿A poco no parece burla?

Katia, toda linda, se quiso ver muy decente y publicó en Twitter que TV Azteca había puesto la repetición de un programa viejo, en lugar del de López Obrador, por un problema técnico pero, peor tantito.

Explicación no pedida, acusación manifiesta. La expresión “problema técnico” ha sido la que ha justificado la mayoría de los peores actos de censura a los que se ha enfrentado la televisión mexicana en los últimos años.

Acuérdese de Carmen Aristegui en el canal W Radio de SKY. Fue hace siglos y ese “problema técnico”, casualmente, todavía no se arregla.

Haberle dicho a la masa que el programa de “El Peje” no salió por problemas técnicos fue como haber dicho: “¡Nos censuraron!”

Pero la más delicada de las broncas alrededor de este asunto no fue ésa sino la lectura política.

¿Cuál era la intención de entrevistar al “presidente legítimo” el mismo día en que el Presidente Constitucional había presentado su Cuarto Informe de Gobierno?

¿A quién se le ocurrió poner una entrevista con López Obrador justo cuando todos los programas que pudieron tuvieron de invitado a Felipe Calderón? ¡A quién!

¿Fue a propósito? ¿Fue un error? ¿Una casualidad? Haya sido lo que haya sí es algo que puso a TV Azteca entre la espada y la pared y que, voluntaria o involuntariamente, catapultará los “ratings” de “Shalalá” la próxima semana en que, se supone, sí se va a transmitir ese especial.

Porque sí lo van a transmitir, ¿verdad? ¡Verdad! No hacerlo sería imperdonable.

¿Usted qué cree que haya pasado aquí? ¿Sí está de acuerdo con la explicación del “problema técnico”, piensa que fue censura o que alguien de esa producción cometió un grave error al programar esa charla precisamente ese día?

El problema es que esto ya no tiene solución. Aquí pasó algo que minó la credibilidad de un concepto que iba fantásticamente bien. ¡Qué lástima!

A propósito de política, de medios y de sorpresas de última hora, todavía usted y yo no terminábamos de asimilar lo de López Obrador y “Shalalá” cuando Felipe Calderón ya le estaba metiendo un susto a las grandes cadenas de televisión privada de nuestra nación.

Ayer lo dijo: viene una nueva era en el rubro de las telecomunicaciones, va a haber más proveedores y más proveedores significa más empresarios, otros.

Este dato es maravilloso para el público que sueña con más y mejor televisión pero yo no creo que lo sea para los pocos o muchos líderes que llevan años haciendo milagros con el estancadísimo pastel publicitario nacional.

Más empresarios significa dividir más el pastel. ¿Lo van a permitir?

Y es que don Felipe cometió un error, dio el anuncio pero no especificó nada más. Por tanto, eso se puede interpretar como aviso, como promesa o hasta como amenaza.

¿Felipe Calderón está premiando o castigando a la industria de la televisión?

Lo pregunto así porque, oficialmente, la fecha para la transición de la televisión analógica a la digital se había tomado hace mucho tiempo.

¿Tenía caso adelantarla? ¿Tenía caso justo después del triunfo de las alianzas electorales, a menos de un año de las elecciones en el Estado de México, más todo lo que vendrá después?

Este anuncio lo pudo haber hecho antes. ¿Por qué hasta ahora?

Ni siquiera podemos afirmar que formaba parte de su Informe de Gobierno porque en un Informe de Gobierno se habla de lo que ya se ha hecho, no de lo que se va a hacer.

Fue como cuando José López Portillo aprovechó un mensaje de un 1 de septiembre para avisar que iba a nacionalizar la banca. ¡Sorpresa total!

Y ni modo de discutirlo porque estaba con sus amigos, en un ambiente 100 por ciento favorable y con las cámaras y micrófonos de su lado.

¿Por qué Calderón lo hizo así? ¿Por qué no especificó si le estaba dando la bienvenida a una tercera cadena de televisión, si las cosas van a seguir como hasta ahora o si los canales espejo se van a convertir en canales adicionales?

Quiero pensar que fue a propósito porque si fue porque ni él lo sabe o porque lo único que quería era llevarse la nota del día, esto se va a poner peor. ¿A poco no?

Por último, le ofrezco una disculpa a las personas que llevan días pidiéndome otras críticas sobre otros temas de televisión pero hubiera sido una irresponsabilidad no tocar hoy ni lo de López Obrador ni lo de Calderón. Se las debo.

acueva@milenio.com

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