jueves, 2 de septiembre de 2010

Sakineh Mohammadi Ashtiani, o la estupidez religiosa en acción


Yo apoyo a Irán en su derecho de tener energía nuclear para su desarrollo, así como de defenderse hasta con las uñas del sionismo.

Apoyo a Ahmadinejad en eso de eliminar a Israel, estado genocida, racista y clasista.

Pero que mierda eso de vivir anclados en la Europa medieval, de seguir con sus leyes absurdas y retrógradas. La diferencia de 600 años entre cristianismo e islam son palpables en estos casos. Mientras las sociedades cristianas de Europa y América están a la vanguardia en pensamiento y libertad, el mundo islámico es como si viviera previo a las reforma luterana. Falta la llegada de una era de luz, de un movimiento como la Enciclopedia, de un Napoleón.

Salvo Turquía, el mundo islámico sigue sumido en el oscurantismo religioso.

Apedrear hasta morir a una mujer, por adulterio... hasta las leyes de Guanajuato resultan avanzadas ante estos neanderthales religiosos en el poder.

Irán -y el mundo musulmán en general- ocupa urgente un reformador social y religioso, para poner a todas esas naciones a la altura de las circunstancias del tercer milenio.

Pero también no se puede negar que esto lo están utilizando los países del eje sionista, Estados Unidos, Francia, Israel, para mover la opinión pública de forma favorable ante una eventual invasión a Irán. Y por ello resulta triplemente torpe de parte de esta nación el no suspender, desde hace meses, este acto aberrante, y prohibirlos de ahora en adelante. Por conveniencia, por lo menos, y que la costumbre lo permee en la sociedad conservadora de Irán, igual que sucedió con nuevas leyes en las naciones cristianas desde Lutero...

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