viernes, 3 de diciembre de 2010

Me fui de Guanajuato por inseguro, dice empresario plagiado



Me fui de Guanajuato por inseguro, dice empresario plagiado


Eduardo García Valseca, hijo del coronel García Valseca, dijo que su rapto lo hizo un grupo de guerrilleros que hablaban perfecto inglés, que trabajan a contrarreloj y que tienen su estrategia bien estudiada y medida.

León, Gto. El empresario guanajuatense, Eduardo García Valseca - hijo del coronel García Valseca - secuestrado en el año 2007 durante siete meses y medio, señaló que su plagio lo hizo un grupo de guerrilleros que tienen el mismo operandi que el secuestro de Diego Fernández de Cevallos.

“Son grupos guerrilleros. Tienen vínculos internacionales. Algunos de ellos hablan perfecto inglés, son secuestrados a contrarreloj, todo bien estudiado y medido”, señaló García Valseca, quien dejó su casa en San Miguel de Allende Guanajuato y ahora vive en Washington, Estados Unidos.

“El modus operandi de mi secuestro y el de Diego Fernández es el mismo. Me secuestraron cuando iba llegando a mi rancho, la forma de dirigirse a mi familia, el envío de fotografías en cautiverio, mostrando un periódico. Es el mismo radio de acción, entre mi rancho y el rancho de El Jefe Diego hay como 40 minutos”, señaló. “Me dicen los expertos que son guerrilleros de Tendencia Democrática Revolucionaria, una astilla del Ejército Popular Revolucionario”.

García Valseca fue secuestrado el 13 de junio del año 2007 en un rancho de San Miguel de Allende, y liberado el 24 de enero del 2008 en un cementerio ubicado en una carretera entre Querétaro y Guanajuato. El empresario contó que cuando secuestraron al Jefe Diego habló con varios jefes de la Secretaría de Seguridad Pública Federal y la Procuraduría General de la República y le dijeron que no tenían viáticos para mandar a un par de agentes a entrevistarlo, tratando de entender el plagio del ex candidato presidencial del Partido Acción Nacional.

García Valseca explicó que durante siete meses y medio lo mantuvieron en un cajón de madera, cerrado con llaves, con una cámara de televisión vigilándolo y un sensor de movimiento. Le pusieron dos bocinas para tocarle todo el tiempo una canción de música grupera. Le dejaban una cubeta para que hiciera del baño y le daban de comer muy poco, verduras, cabezas de pollos y menudencias. Saben cómo operar todo: me daban de comer lo mínimo necesario para mantenerme con vida, pero muy débil, para que no pudiera escapar”, contó.

García Valseca pesaba 79 kilos y llegó a pesar 40 kilogramos. En la caja de madera se podía parar y se podía acostar. Cuando se paraba, arriba de él había dos pulgadas y cuando se acostaba le sobraban escasos 20 centímetros. Era como un closet construido especialmente para esconderlo.

Lo tenían con las manos esposadas y una cinta adhesiva en los ojos.

En su cautiverio, le metieron dos balazos y le dieron varias golpizas. Nunca supo el resultado de las negociaciones con su familia. Le hicieron firmar cartas poder para que sus familiares pudieran vender las propiedades. Y negociaron el secuestro vía internet y con anuncios clasificados que se pagaban en periódicos de la Ciudad de México. La familia tenía que contratar anuncios clasificados para dar los avisos a los plagiarios.

“Estuve encerrado en una caja durante siete meses y medio. Te vuelves intuitivo, como un animal. La mente va enfocándose ahí encerrado. Mi psicólogo me dijo que no entiende cómo no me volví loco. Perdí 15 por ciento de mi oído. Me dejaron afectado el hígado”, platicó. “A veces me hacían firmar cartas para mi esposa. Y me hicieron firmar los poderes para vender las propiedades”, dijo.

El empresario dijo que tal vez lo tenían en un rancho cerca de una ciudad (podría ser San Miguel de Allende o Querétaro), lo supo porque el 16 de septiembre escuchó los fuegos pirotécnicos y los festejos. Cuando lo liberaron viajaron como 25 o 30 minutos, antes de soltarlo.

El rescate de Eduardo García Valseca se pagó en dólares, en efectivo, con la exigencia de que no fueran billetes seriados, en un callejón de la Ciudad de México, en donde había una patrulla de policía, cuidando la avenida.

“Yo no regreso a México ni loco. No hay condiciones, no hay seguridad. Ya vendí lo poco que me quedó en San Miguel de Allende. Las autoridades de Guanajuato no se dieron cuenta del caso, sólo le dijeron a mi esposa que ellos resolvían el 100 por ciento de los secuestros, y entonces mi esposa ya no regresó con ellos”, explicó. “Cuando me liberaron, me mandó llamar Genaro García Luna, platiqué con él durante tres horas y media, le di toda la información. Le dije cómo operaban y a la fecha no han hecho nada. Siguen secuestrando, son guerrilleros, son los mismos”, señaló.

García Valseca afirmó que ya platicó con un empresario de Acapulco, Ron Lavender, que también secuestrado de la misma forma. “El señor Lavender coincidió conmigo en que hablan un inglés perfecto. De algunos el inglés es su primera lengua. Una vez hice enojar al jefe, que era un hombre blanco, casi güero, y me contestó con groserías en un inglés perfecto”, explicó.

García Valseca cree que varios de los secuestradores no son mexicanos, incluso uno de ellos tenía apariencia de colombiano. “La información que me dan los expertos es que son guerrilleros y que tendrían contacto y capacitación de las Farc de Colombia”, dijo.

Eduardo García Valseca decidió hablar ahora porque no puede creer que no investiguen el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, cuando hay mucha información sobre los secuestradores. “Yo puedo asegurar que los secuestradores tienen protección. Lo más grave de todo es que hay protección de los policías mexicanos”, concluyó.
 
Pablo Cesar Carrillo
 
 

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